RODOLFO ANGEL ESCOBAR JURADO
JUNIO
20, 1952 - DESAPARECIDO FEBRERO 27,1990.
Q u i é n f u e Á
n g e l?
Muy
comprometido con el desarrollo de su comunidad Yananaco, distrito y provincia
de Huancavelica formó parte de la junta directiva de la comunidad campesina de
Yananaco, y a nivel del departamento de Huancavelica de la Federación de
Comunidades Campesinas. Fue regidor en dos oportunidades en la Municipalidad
Provincial de Huancavelica, por el partido Izquierda Unida. A la fecha de su
desaparición desempeñaba el cargo de Secretario Administrativo del Comité de
Defensa de los Derechos Humanos de Huancavelica (CODEHU) colaborando directamente
con la Asociación Pro Derechos Humanos (APRODEH) y la Coordinadora
Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH) además de otras
organizaciones defensoras de los Derechos Humanos tanto de Lima como de otros
departamentos.
Debido
a su participación activa como dirigente, en 1984 fue buscado por presuntos
terroristas, quienes al no encontrarlo, intimidaron a su esposa e hijos.
Atentando contra su oficina a los pocos días.
En
1989, la violencia política fue muy notable en Huancavelica de modo que se
produjeron muchos casos de violaciones a los derechos humanos como desapariciones
forzadas, ejecuciones extrajudiciales, allanamientos domiciliarios, atentados a
lugares públicos ocasionados en su mayoría por los militares, denuncias que
eran presentadas a la oficina de la CODEHU, en la que Ángel realizaba las
investigaciones respectivas a pesar de la época difícil pues nadie las hacía debido
a la coyuntura, pero Ángel sí, en parte por creer que en su condición de defensor
de Derechos Humanos y estar en contacto con organismos de Derechos Humanos a
nivel nacional e internacional habría cierta protección. Apoyaba y estaba al
lado de los familiares de desaparecidos (padres, madres, esposas, hermanas), con
quienes realizaban las denuncias y seguimientos de los casos de desaparición de
sus familiares, alentándolos a seguir en su búsqueda, por versión de ellos, se
sabe que temía por su vida, que quizá sería detenido y también desaparecido y
que en algún momento sus familiares andarían buscándolo así como él lo estaba
haciendo.
La
mañana y tarde del martes 27 de febrero de 1990, una testigo refiere que un
grupo de cinco personas vestidas de civil fueron a su casa preguntando por él para
entregarle una carta poder de Huancayo. En la noche aproximadamente a las 7 pm
otro testigo señala haberlo visto cuando era llevado por un grupo de cinco
personas vestidas de civil, como a tres cuadras de la plaza de Armas de
Huancavelica (puente de San Cristóbal), él logro advertir que lo estaban
llevando, pero no le permitieron acercarse porque dijeron que también a él lo
llevarían.
El
miércoles 28 de febrero, Ángel debía viajar a Lima llevando un informe de
desaparecidos y otras acciones de violaciones a derechos humanos cometidos
recientemente para APRODEH- Lima pero fue detenido el día anterior. A los pocos
días Francisco Soberón (APRODEH) recibe una llamada anónima indicando que lo de
Ángel era solo un aviso.
Poco
tiempo después en Huancavelica, la testigo quien se entrevistó con el grupo de
cinco hombres reconoce a uno de ellos parado en puerta de la Oficina del Jefe
Político Militar además en otras ocasiones, andando por las calles en compañía
de militares, hecho que es comunicado al fiscal, pero éste no realiza ninguna
investigación afirmando que él también era amenazado.
Desde
entonces inicia una vida llena de angustia para la familia de Ángel al no saber
de su paradero, la incertidumbre de si existe alguna posibilidad de que pueda
estar vivo, o si a los 23 años de su desaparición por los militares, llegará el
día en el que sus restos serán encontrados en alguna de las fosas exhumadas y pueda
dársele un entierro digno. La búsqueda de justicia y verdad parece ser un
privilegio, pues es muy complicado debido a las dificultades que existen. Es
indignante “tener” que vivir dejando de lado el dolor por la pérdida de este
ser muy querido, presenciar en cada labor de exhumaciones albergando la
esperanza que al fin encontramos sus restos y luego la desilusión de que no lo son.